sábado, 19 de septiembre de 2009

Hacer un periódico de izquierda aún tiene sentido

Cumple 25 años el periódico mexicano La Jornada, probablemente el mayor periódico de izquierda del mundo. En los albores de la era Internet dio a conocer por todas partes lo que ocurría con los zapatistas de Chiapas. Aquel fin de año entre 1993 y 1994, cuando Jaime Avilés, una de las firmas punteras del diario de Ciudad de México se encontraba por casualidad en Chiapas, cambió también la historia de la información. Por primera vez una tragedia negada del sur del mundo, la rebelión armada de los indígenas de Chiapas, que habían formado el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, conseguía perforar el silencio cómplice de la mayoría de los medios valiéndose de dos factores: capacidad de comunicación y presencia en Internet. Por Gennaro Carotenuto, Giornalismo Partecipativo. Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti.

Si para el EZLN, necesitado desesperadamente de comunicar al mundo sus razones, Internet se convirtió en un instrumento emancipatorio capaz de hacer posible una movilización internacional en favor de la causa zapatista, fue mérito en buena parte del diario La Jornada, que acababa de inaugurar uno de los primero sitios Internet y cubrió desde el principio aquella historia evitando el bloqueo total de la región orquestado por el gobierno. Se publicó la “Declaración de la Selva Lacandona” (el primer documento programático zapatista) y así sucesivamente con muchos otros documentos no sólo en papel, sino sobre todo, en su precoz edición en Internet.

El papel de La Jornada fue decisivo en la rapidez con la que se difundieron los comunicados zapatistas. Un observador superficial podía llegar a pensar que los zapatistas estaban conectados a Internet directamente desde la Selva Lacandona, lo cual era en parte falso. Internet no llegaba a la selva, pero los zapatistas intuyeron enseguida que era indispensable hacer que La Jornada pudiera actuar como estafeta partisana para publicar inmediatamente, a veces, en exclusiva, los textos de los comunicados zapatistas. A cambio La Jornada les ofrecía un espacio concreto de restitución de su voz en papel en la capital así como en la Red en todo el planeta.

Así, en pocas semanas, “dos tres, muchos sitios virtuales” en el mundo se convirtieron en “dos, tres, muchos Chiapas”. Se registraron dominios como ezln.org, se abrieron listas de correos y foros de discusiones en muchas lenguas que manifestaron por primera vez el potencial contra-informativo de la Red. Los medios de comunicación masivos, que no veían la hora de liquidar aquel conflicto, fueron obligados a tratar el asunto durante mucho tiempo, mediáticamente antes que militarmente.

En aquellos años, el 1994 y siguientes, La Jornada, un periódico cooperativo sin propietarios, se granjeó una respetabilidad internacional en la que difícilmente se podía hacer mella. Hoy, 25 años después de su fundación, 15 años después de la rebelión zapatista, La Jornada es probablemente el periódico de izquierda más importante del mundo. Tanto por su edición en papel, que en 2006, cuando el “fraude electoral que derrotó a Andrés Manuel López Obrador y favoreció al candidato de las derechas y de George Bush, Felipe Calderón, llegó a vender un cuarto de millón de copias, como por los millones de personas que lo leen en el mundo via Internet.

Lo es porque La Jornada logra ser muchas cosas a la vez. Es un óptimo periódico tradicional, capaz día tras día de desmontar con su ojo crítico la agenda informativa y las campañas mediáticas del poder. Lo es porque no contento con ello consigue imponer su propia agenda y obliga al resto de la prensa y de los medios a hablar de lo que denuncian. Lo es porque es un periódico de ideas destinado a un público atento, curioso y culto, escrito por periodistas atentos, curiosos y cultos, con firmas mexicanas e internacionales de primer nivel mundial. Es un periódico crítico en el que vale la pena leer cada editorial (González Casanova, Steinsleger, Zibechi, Hernández Navarro, Stella Calloni más otros cien). Lo es porque es un periódico del que todos quienes aspiran a dar información no homologada -la engreída prensa europea especialmente- podrían aprender algo.

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