viernes, 7 de mayo de 2010

La Triple A y el peronismo… Sobre la paradoja de lo visible que se hace oculto en el relato del Terrorismo de Estado

Conferencia de José Schulman en Homenaje al Watu Cilleruelo, a los 35 años de su asesinato un tres de abril, dictada en la Universidad del Sur, Bahía Blanca.

Para Analia y toda la Fede del Watu

Contra la creencia general, que Borges inscribió en un poema bastante conocido, tanto que se ha repetido en un acto oficial en estos días, la memoria no precede al olvido, sino todo lo contrario.

Borges escribió “Sólo una cosa no existe, y es el olvido”.

Y eso refleja una idea, bastante extendida, de que todo se recuerda y que el olvido es como una excepción.

Más allá de la genialidad literaria y poética de Borges, en realidad es al revés. Se construye el olvido, y la característica principal del terrorismo de Estado en la Argentina fue que construyó el olvido al tiempo que asesinaba y desaparecía compañeros.

De hecho, la “muerte argentina”, como se conoce en el exterior a la desaparición sistemática de compañeros, nuestros desaparecidos, implicaba construir el olvido al momento de desaparecerlos.

Y por eso vale tanto construir la memoria, porque la memoria no es automática.

La memoria es el resultado de la resistencia contra el olvido y por eso valoro mucho estos actos de resistencia como el que han producido hoy en memoria del Watu Cilleruelo, de manera plural, con todos los que quisieron participar.


Hace un rato la compañera de Madres recordaba cuando iba a Capital y alguien le dijo que en el local de la Liga se reunían los familiares de las víctimas de la dictadura y ahí empezó a encontrarse con las otras madres y se fue incorporando a la lucha organizada… Hace muchos años que practicamos esta resistencia y el recuerdo de las compañeras lo confirma, nos honra y compromete con el Watu, pero también con el Negrito García y con todas las víctimas de la Triple A de Bahía Blanca y de la Argentina..

Me parece a mí que se puede hablar del terrorismo de Estado, en cualquier lugar y en cualquier momento, pero posiblemente no haya mejor lugar ni mejor momento para hablar del terrorismo de Estado, de la Triple A como el rostro oculto del terrorismo de Estado, en Bahía Blanca y en abril.

A metros de donde lo asesinaron al Watu, en los pasillos del rectorado de la Universidad del Sur y a horas de un nuevo aniversario, el aniversario 35, si no me fallan las matemáticas de aquel día en que la patota del rector asesinaba al Watu..

Es como que las cosas se buscan y se encuentran.

Y esta es la fecha adecuada y el lugar justo para reflexionar qué fue la Triple A y qué significó, y por qué sigue oculta. Digamos, de todo lo oculto del terrorismo de Estado, lo más oculto es la Triple A.

Así que me parece el momento adecuado y el lugar para pensar juntos algunas cosas que nosotros, en todo caso, hemos aprendido en nuestra lucha contra la impunidad y contra la impunidad de los que perpetraron los crímenes de la Triple A en particular.

Siguiendo con esta primera reflexión sobre el olvido y la memoria, yo los insto a leer algunos de los pensadores de la llamada Escuela de Frankfurt, una de las corrientes del marxismo del siglo XX, sobre todo a Walter Benjamin y a Thomas Adorno.

Benjamin escribe sus Tesis sobre la Historia, en 1940, poco después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial con la sublevación franquista en España (1936) , pero a los siete años del nombramiento de Hitler como canciller en Alemania y del Incendio del Reichstag que ya muestra un dominio pleno del fascismo… Él es judío y está huyendo de ese espanto… Y él escribe, lo voy a citar de memoria, porque no lo traje escrito. Él dice algo así como: “La memoria no es recordar exactamente lo que ocurrió, sino que la memoria es lo que destella en el momento de peligro”. Miren que frase poética y fuerte.

Lo que destella, lo nos conmueve, en el momento de peligro, eso es la memoria.

¿Qué memoria de la Triple A? La que nos golpea hoy.

Entonces creo que corresponde pensar primero cuál es el peligro. Nosotros tenemos que pensar en el momento de peligro.

¿Qué momento de peligro? Bueno, sin ninguna duda, como se dijo de una u otra manera durante todo el acto. El peligro es que hoy nos enfrentamos en América Latina y en Argentina es a un intento por revertir los tímidos, pequeños, iniciales pero maravillosos pasos que los pueblos latinoamericanos han dado para derrotar lo que se construyó sobre la sangre de Watu Cilleruello.

Por eso podemos arrancar la reflexión sobre el peligro actual pensando lo que pasó en el ’75. Nosotros hemos discutido muchísimo en los juicios, nos hemos peleado con mucha gente y vamos ganando la pelea de que acá hay que hablar de genocidio, no en el sentido de que genocidio es una colección grande de muertes, que es una convención vulgar del término… Si matan a una persona es homicidio, si matan a cinco es homicidio múltiple, si matan a ciento cuarenta y siete muchachas y muchachos en Cromagnon es una masacre, y entonces si matan a treinta mil es un genocidio.

No va por ese lado, no es por la matemática. El genocidio es la eliminación de un grupo nacional para reorganizar un país. Y por eso hubo genocidio en la Argentina.

Porque a Watu no lo mataron por matar, como ya se explicó hoy, y yo voy a insistir con el mismo enfoque, sino que el asesinato de Watu se inscribió en una operación para reorganizar el país. Y esa operación se inscribe en una operación aún más amplia, que era derrotar la ola revolucionaria que desató la Revolución Cubana en 1959, que los yanquis creían haber aplastado con el asesinato del Comandante Guevara, en La Higuera, en Bolivia, entre el 7 y el 8 de octubre del ’67, que sin embargo, todos sabrán, poco después comprobarían que esa ola seguía creciendo en la Argentina con el Cordobazo del 29 de mayo del ’69, con el triunfo de la Unidad Popular en Chile en el ’70, con la creación del Frente Amplio en Uruguay, con el triunfo de Velasco Alvarado en el Perú y con una interminable serie de luchas populares, armadas y no, que abren un proceso de cambios antiimperialistas, inspirado en la Revolución cubana, a los cuales el imperialismo norteamericano, que había aprendido en Vietnam que las guerras no se ganan con las armas solamente, sino con un proyecto político, se decide a destruir con lo que ahora nosotros podemos entender, que es una operación contrainsurgente continental, que no tiene nada de nacional, ni de genuina, ni de propia, sino que está construida con una concepción americana, y que está dirigida por el Comando Sur del Ejército de Estados Unidos.

Eso es lo que logramos comenzar a revertir con las grandes luchas contra el neoliberalismo de los ’90, con el triunfo del proceso venezolano, luego el proceso ecuatoriano y luego con la maravilla del proceso boliviano, que deberíamos estudiar mucho más, me parece a mí.

No olvidemos que nuestros próceres, ya que nos acercamos al bicentenario de la Revolución de Mayo, estudiaron en la Universidad de Chuquisaca, que era la única que existía, que estaba en la actual ciudad de Sucre en Bolivia. Nosotros tenemos que superar esa limitación cultural que tienen muchos argentinos de creer que la Argentina es el país más culto de América del Sur y que los bolivianos son una especie de hermanos menores subdesarrollados, cuando es todo lo contrario. Bolivia siempre fue un centro cultural mucho más importante que la Argentina, desde siempre, y hoy, por supuesto que es, posiblemente la avanzada de la cultura política en América del Sur y en América Latina.

Entonces, nosotros queremos reflexionar sobre la Triple A desde este peligro.

Y es un peligro muy concreto que tenemos los que luchamos por la memoria, verdad y justicia, que enfrentamos… enfrentamos una reacción, yo diría merecida, no desmedida, merecida, esperada, absolutamente coherente, por parte del poder real en la Argentina que siente que los juicios han ido mucho más allá de lo que todos imaginaron.

En estos días estoy un poco molesto con la intelectualidad argentina porque tiene una tendencia, casi genética, a ser dogmática, a no pensar, a no reflexionar sobre la práctica, dogmatismo que le viene del eurocentrismo en que fue educada, en esa supuesta superioridad que tienen los intelectuales orgánicos del Poder pero también los del campo popular. Hay muy pocos intelectuales que escriban sobre los juicios, que reflexionen sobre lo que ocurre en los juicios. Es un acontecimiento cultural impresionante. Ustedes piensen que muchísimo del pensamiento crítico contemporáneo sobre la dominación se construyó pensando el juicio de Eichmann, reflexionando sobre qué carajo era ese alemán fascista que se mostraba como un burócrata del horror en el juicio que se hace en Israel contra él.

Los juicios han perforado los límites que la derecha, el poder pensaba… y empiezan a superar límites que ni nosotros soñábamos, y que seguro no soñaron nuestros desaparecidos.

Nosotros, y voy a hablar ahora como Liga Argentina por los Derechos del Hombre, el año pasado fuimos protagonistas principales de dos juicios en donde logramos la condena a prisión perpetua de dos generales de la Nación, el general Santiago Omar Riveros y el general Fernando Verplaetzen, y un juez federal, que se llama Víctor Brusa, y que antes habíamos logrado destituirlo en el 2000.

Eso no estaba en los cálculos del poder.

Y resulta que Riveros había sido miembro de la Junta Interamericana de Defensa. Entonces, este carácter americano del plan lo vamos pudiendo demostrar. Ya no es que los de la Liga hablamos pelotudeces: detrás de Videla estaban los yanquis; no, vamos al juicio por el Negrito Avellaneda y demostramos que él era miembro de la Junta Interamericana de Defensa. Y se nos murieron Correa y los militares del juicio de Santa Fe, porque los represores santafesinos habían estudiado todos en la Escuela de Panamá que si no también lo hubiéramos mostrado a todos los que miran los juicios, que no son solos los que los siguen por internet.

Y los juicios ponen a prueba los conceptos que se han vertido sobre lo que pasó en la Argentina. Entre otras cosas sobre el sujeto victimizado, que ahora una parte de ese sujeto, justamente los sobrevivientes al genocidio, se presenta en los juicios para hablar por ellos y por los que no están, que como todos sabíamos siempre los que estuvimos presos, era un sujeto plural, de diversas tradiciones político culturales, de diversas referencias, etcétera.

¿Cuál es el problema de la derecha con los juicios?

Ustedes dirán: “¿cuál es el problema?”. Si los tipos siguen teniendo el petróleo, el gas, todo lo que se apropiaron del Golpe para acá, pasando por Menem y los 90.

Los juicios les hacen perder legitimidad. Ese es el punto.

Kissinger escribió una vez: “un imperio no se construye tomando té”. Hay que tener legitimidad para ser imperialista. Los soldados romanos marchaban orgullosos a la conquista de las Galias. Los yanquis no consiguen encontrar veinte voluntarios para ir a pelear a Afganistán, solo mercenarios. Eso habla de la decadencia yankee como potencia global, no porque los podamos vencer hoy sino porque perdieron legitimidad imperial.

Y el poder en la Argentina necesita resolver cosas muy serias como es sacar a la Argentina de la integración latinoamericana; hacer revertir los pequeños pasos que logramos y que se produjeron en medio de la gran crisis que tuvo en el poder en 2001-2002, y para eso necesitan legitimidad.

Y resultan que cada vez que proponen un buen cuadro de la derecha, vos decís “¡pum! Este fue facho”. Y lo tienen que bajar.

Y si se lograra demostrar la apropiación por Ernestina Noble de sus hijos… y aquí quiero ser cuidadoso, yo digo hay que ser serio en las acusaciones; hay mucha gente que no es seria con el tema de derechos humanos. No está probado que los hijos de Noble sean apropiados. Nosotros por lo menos no lo afirmamos.

Pero si se demostrara, ustedes imaginen el golpe para la legitimidad para una de las mujeres más poderosas de la Argentina. Y bueno, nosotros queremos ir contra Acindar, contra Martínez de Hoz, y nosotros estamos pacientemente esperando la caída del indulto a Martínez de Hoz y el inicio del juicio oral por el Plan Cóndor. Nosotros somos parte de los querellantes en la causa Cóndor. Nosotros hemos pedido, humildemente, que lo traigan a declarar a Kissinger, un pedido que en realidad hizo el Dr. Alberto Pedroncini, octogenario abogado histórico de la Liga, de los derechos humanos.

Y necesitan legitimidad también para enfrentar la crisis del capitalismo mundial; contra los que pensaban muchos, Argentina sigue estando en el mundo, y no puede zafar de esa crisis, y si no que le pregunten ahora a los que comercializan la soja, porque los chinos dijeron si no bajan el precio, no se la compramos, por lo tanto si no hay un porcentaje menor de tóxicos, no se la compramos, y es que todos tratan de posicionarse ante la crisis.

Para enfrentar la crisis en profundidad ellos necesitan volver a un neoliberalismo sin pudor, sin vueltas. La matriz de la distribución de la riqueza en la Argentina es neoliberal, pero hay como un pudor en la Argentina, les cuesta ir a fondo con las medidas que tiran ellos, necesitan una cosa más enérgica, más pura. Y para eso necesitan legitimidad, y los juicios le afectan esa legitimidad. A veces los compañeros decían: “y ustedes para qué pierden tiempo en pelotudeces, veinte años para llevar a un tipo a juicio…”. Bueno, parece que las pelotudeces que nosotros hacíamos resultaron importantes.

¿Por qué? Porque están molestando al poder mismo. Claro, como se dijo hoy, y yo estoy de acuerdo, una vez dicho que el peligro ese, esta derecha que tiene ánimos de venganza, la discusión es cómo se enfrenta a la derecha, y eso me remite al ’75, como en un túnel del tiempo. Es lo que discutíamos en el ’75. Es decir, cómo enfrentamos a la derecha, cómo impedimos cada avance. Y yo creo que también se puede aprender de lo que nos pasó, del asesinato del Watu y el Negrito, de cómo pasó la derecha entonces..

Antes de seguir… ¿Qué fue y qué hizo la Triple A?

Voy a tratar de ser muy concreto. Y voy a leer documentos oficiales.

Les voy a leer el dictamen del doctor Taiano, fiscal de la causa Triple A, que lleva adelante el juez Oyarbide. Este dictamen tiene la fuerza, como decía Foucault, de que el derecho genera verdad. Ya no es un documento de la Liga… Este es un dictamen de un fiscal, que el juez ha considerado pertinente, que es una cosa medio lenta, que a nosotros no nos gusta, pero fíjense lo que dice el fiscal. Lo voy a leer: “En el año 1973 la Argentina regresó a la vida democrática y se verificó un incremento en el nivel de protesta de los trabajadores. Así con el fin de morigerar dichos reclamos, a principios de 1974, el gobierno propició un acuerdo entre los sindicatos obreros, representados por la CGT, los empresarios del gobierno (…)”, “(…) comisiones internas controladas por los propios trabajadores que se estaban emancipando de la dirigencia burocrática sindical tradicional, que presenciaba el deterioro su espacio de poder”. “Simultáneamente, desde el gobierno, en colaboración con diversos actores provenientes de la dirigencia gremial, agrupaciones de derecha y de grupos pertenecientes a distintas fuerzas de seguridad, se consolidó un (inaudible) y sistemático aparato represivo, que con el nombre de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), buscó aplastar los conflictos sociales. Esta organización, digitada desde el Ministerio de Bienestar Social de la Nación, fue uno de los mecanismos empleados para disciplinar a la sociedad”. No para matar a Watu, para disciplinar a la sociedad. Esto lo agrego yo. “A esos fines no se dudó en arremeter contra todas aquellas expresiones democráticas que manifestaran su disconformidad, procedente de cualquier sector, tales como representantes villeros, de la cultura, peronistas, comunistas, radicales, o bien perpetradas contra locales partidarios, etcétera”. Respecto de la conformación de la Triple A, cita a Ignacio González Jansen, que: “la federación que agrupó a los diversos núcleos de la derecha peronista: CNU, Juventud Peronista de la República Argentina (JPRA), Alianza Nacionalista Argentina, Comando de Organización, Juventud Sindical Peronista, Agrupación 20 de Noviembre y Agrupación 17 de Octubre, fue impulsada por los nacionalistas de derecha, que actuaban en todos los grupos, de los que en algunos casos eran fundadores. El ministro López Rega promovió la organización, financió y armó la fuerza de choque que constituyeron la Triple A, pero la mayor parte de los recursos humanos fueron proporcionados por esa federación de grupos de actuación fascista, activos militantes de Tacuara, de la Guardia Restauradora Nacionalista, de la CNU, del Comando de Organización, que compartieron con la escoria de la Policía Federal a las órdenes de Juan Ramón Morales y Rodolfo Almirón la siniestra acción (…)”.

Y después dice, como corresponde en un escrito judicial (para poder accionar contra un grupo uno tiene que demostrara que sus acciones eran sistemáticas, no ocasionales), el modus operandi de la Triple A. Fíjense: “Los pasos seguidos por la organización consistían en: difundir sus amenazas, lo cual (inaudible) el terror y provocaba el aislamiento de su víctima, luego ejecutaba la brutal condena, y finalmente exhibía sus cuerpos torturados, destrozados como una inconfundible marca registrada”. Y todo esto hemos logrado que lo diga un fiscal.

Voy a citar ahora a la investigadora Inés Izaguirre, que acaba de publicar un importante libro sobre el genocidio en Argentina, que construyó un cuadro sobre las acciones de asesinatos y desapariciones y que ella los ordenó temporalmente en tres períodos: desde la muerte de Rucci hasta el comienzo del gobierno de Perón (25 de septiembre de 1973 – 11 de octubre de 1973); el gobierno del general Juan Domingo Perón hasta su muerte (12 de octubre de 1973 – 30 de junio de 1974), ustedes deberían saber que Perón murió el 1 de julio; y el tercer período es desde la muerte de Perón hasta el 24 de marzo. Y los datos que ella sistematizó son los siguientes: primer período: cuatro muertos, un secuestrado y un secuestrado liberado. Total de víctimas: cinco. Segundo período: 56 muertes, que equivale al 5,4% de las muertes, quince desaparecidos, que equivale al 2%. Total de víctimas: 71. Porcentaje: 3,9%. Asesinatos después de la muerte de Perón hasta el 24 de marzo: 979. Equivalen al 94,6% de las muertes producidas por la Triple A. Desaparecidos: 737. Equivalen al 98% de las desapariciones. Y secuestrados liberados: 54, que no dice acá a qué equivale.

Entonces, tenemos un total identificado de 1035 ejecuciones sumarias, asesinatos, como el de Watu, como el del Negrito García; 752 compañeros que fueron secuestrados y continúan desaparecidos, y 54 compañeros que fueron secuestrados y liberados. Y ella no incorporara, que nosotros sí con la investigación del compañero Carlos Zamorano, un abogado histórico de la Liga, que calcula unos 2800 presos que permanecieron un tiempo prolongado a disposición del PEN durante el período que transcurre más o menos durante la muerte de Perón y el 24 de marzo.

Digo… ¿de qué hablamos cuando hablamos de la Triple A? Estamos hablando de eso: 1787 víctimas, entre asesinatos y desaparecidos, y unos 3000 compañeros puestos a disposición del PEN, que muchos de ellos siguieron su ruta, y algunos salieron en el ’82. Conozco algunos compañeros que entraron en el ’74 con el PEN y salieron cuando se fue Galtieri.

Hay aquí un tema para reflexionar, que yo lo llamo la paradoja de lo oculto y de lo visible. ¿Por qué razón la Triple A exhibe la muerte y los golpistas la esconden?

Aquí está presente la madre del Negrito García, así que me da un poco de pudor, pero ¿ustedes pueden imaginar una escena en la que en un puente aparece colgado un compañero? Trato de ser lo más escueto posible. ¿Alguien puede imaginar el horror que eso provoca? Ya no hablemos de Watu asesinado acá.

¿Alguien puede imaginar lo que es el cadáver del diputado de la Unión Cívica Radical, Rodríguez Araya, rosarino, con los testículos cosidos en la boca?

¿Por qué se hace eso? ¿Por qué le pegan sesenta tiros en la cabeza a Carlos Banylis, dirigente del transporte de la zona oeste de la provincia de Buenos Aires, delante de la mujer y los tres hijos? ¡Sesenta tiros!

Entonces, me parece a mí que está claro, que es lo que tenemos que pensar en términos actuales, que la Triple A es un intento de paralizar por el horror las luchas sociales que todavía se mantenían, que todavía el aliento del período de auge de las luchas populares, del ’69 al ’75, no había terminado…

De hecho, las primeras acciones de la Triple A, están articuladas con el golpe de Estado contra el gobierno popular de Córdoba de Obregón Cano y con la invasión militar a Villa Constitución, en la provincia de Santa Fe, fenómenos que ocurrieron en enero del ’74 y marzo del ’75, que son acciones pensadas para ocupar territorialmente aquellos lugares donde el movimiento popular estaba más fuerte.

Hay un hombre que ha pensado mucho los temas de la dominación, que es interesante leerlo, que es Michel Foucault. Analizando hechos sucedidos en el siglo XVII, Foucault escribe: “el papel del pueblo es ambiguo. Se le llama como espectador. Se deposita en ocasiones durante varios días los cadáveres de los ajusticiados, bien en evidencia, cerca de los lugares de sus crímenes. Es preciso no sólo que la gente sepa, sino que vea con sus propios ojos, porque es preciso que se atemorice. Pero también porque el pueblo debe ser el testigo, como el fiador del castigo, y porque debe hasta cierto punto tomar parte en él…”.

No está escribiendo Foucault sobre Cilleruelo, sino sobre el modo en que se producen los ajusticiamientos en Europa en el siglo XVII-XVIII. Nos da que pensar.

Por alguna razón matan y exhiben.

No sólo por demostración de impunidad. Eso es una parte de la película. Lo más profundo es que nosotros debemos pensar que las cosas pueden empezar de muchas maneras. Contra el sentido común, las cosas no son sólo una cosa. Los fenómenos sociales, los hechos, los actos humanos al mismo tiempo son varias cosas.

Y las ejecuciones exhibidas son una manera de disciplinamiento social.

Una vez que se quiebra la resistencia y que se consigue conquistar el control absoluto de la sociedad con el golpe de Estado, va a cambiar la forma de operar del horror. Ya no se lo va a exhibir, sino que se lo va a ocultar. Porque lo que se va a buscar es impedir la protesta y empezar a construir el olvido.

Por eso digo qué tan equivocado estaba Borges cuando dice eso de que no existe el olvido. Cuando la gente más sencilla dice: bueno, yo no sabía mucho qué pasaba, no es todo que mienten. Efectivamente se construye una situación social en donde se genera, como dice Foucault, esta especie de compromiso con la represión.

Yo les voy a contar un caso personal: mi mamá vivía en Primera Junta y Boulevard Zavalla en la ciudad de Santa Fe desde 1944 y el 5 de diciembre del ’75 pusieron una bomba que voló nuestra casa. Los vecinos dijeron “por algo será”. La vieja había vivido cuarenta años. No hubo un vecino que le trajera un vaso de agua.

Es decir: cómo se construye una escena en la cual se hace al espectador del crimen, paralizado por el horror, involuntario cómplice.

Y este me parece a mí que es el sentido profundo de la exhibición de los cuerpos con la Triple A.

Vamos a ver ahora cómo esta paradoja se invierte, y lo que se ocultó, por la lucha del movimiento de los derechos humanos, y de todos y de todas, se hace visible en un proceso complejo, un proceso contradictorio, en el cual primero para que se pudiera hacer visible, se tuvo que adaptar la figura de las víctimas inocentes, palabra para nada inocente, porque si hubo víctimas inocentes, es que hay víctimas que no son inocentes. Y sin embargo el movimiento popular tuvo que transcurrir por ese camino.

Mi mamá cuando escribía cartas para que me liberen escribía: “mi hijo es inocente”, decía la vieja. Pero todo debe contextualizarse, hay que superar las miradas simplistas, vulgares sobre todos estos temas.

Y como me dijo una vez un filósofo cubano, a mi parecer de lo más serio que hay en América Latina, que se llama Fernando Martínez Heredia: “la gente lucha en las condiciones en que vive, como puede y como sabe”. Nadie lucha con ideas que no tiene o con ideas que va a haber cuarenta años después. No es una cosa posibilista de decir: se hace lo que se pueda. No. Es que uno lucha en las condiciones históricas, sociales y culturales que le tocaron, en el escenario de la lucha de clases que se construyó en un proceso histórico que uno puede cambiar por mera voluntad. No puede escaparse de ese escenario.

Pero nosotros estamos ahora ante una paradoja inversa, de lo que en su momento fue lo más exhibido, de lo que hay más pruebas, porque nosotros podemos dar el nombre del asesino de Watu: el Moncho Argibay. Digo, por ejemplo, de Teresa Israel nosotros no sabemos nada, para dar un caso de una abogada de la Liga desaparecida por defender presos políticos. Ahora sabemos que estuvo en el Atlético, pero quién la llevó no sabemos. En cambio, sobre los casos de la Triple A hay bastantes pruebas: hay fotos, hay diarios, hay certificados de defunción.

Y sin embargo ahora se ha invertido la paradoja. Lo que antes era visible ahora está oculto y lo que antes era oculto ahora está visible.

Nosotros hemos logrado la condena a Riveros, a Echecolatz, a Von Wernich, a Brusa, a Bignone y no logramos arrancar con la causa Triple A.

¿Por qué? Porque la causa Triple A, además de esta paradoja que dije, tiene el problema y la virtud (porque en la vida, todo lo que es un problema es una virtud; en la lucha política cuando un problema se supera, es una gran causa, un gran logro) de que la discusión sobre la Triple A cuestiona los dos relatos hegemónicos en la cultura política argentina de la Academia (me refiero a la universidad) de los dos partidos más importantes de la Argentina: la Unión Cívica Radical y el Partido Justicialista.

¿Por qué lo cuestiona a la Unión Cívica Radical? Porque ha construido un relato sobre el terrorismo de Estado que se basa en el concepto liberal que los derechos humanos se violan en las dictaduras militares y se respetan en los gobiernos civiles.

Que la dictadura fue un desvío del largo camino que arranca en Caseros y llega a la Ley Sáenz Peña, y que luego la Argentina se encamina por la democracia, y que por alguna “extraña casualidad”, hubo “algunos pequeños desvíos” en 1930, 1943, 1955, 1962, 1966, 1976, pero “Nunca Más”. Si, como dice Sábato, en el prólogo del libro, se terminó.

Y entonces si vos lo encaras: resulta que había un gobierno constitucional, y no es que hubo un compañero al que le pegaron. Fueron mil setecientos ochenta y siete las víctimas fatales. En menos de un año, ya es una cifra considerable. Y si vos agarrás las declaraciones del doctor Ricardo Balbín que, para los más jóvenes les cuento que era el jefe real del radicalismo (Alfonsín nunca le pudo ganar la interna hasta que Balbín se murió), lo vas a ver avalando los crímenes más horrendos de la Triple A. Resulta que la Triple A tiene que ver mucho con la universidad y con la Misión Ivanissevich. El último rector antes de la Misión Ivanissevich en la UBA, se lo impuso como un acuerdo entre la Juventud Comunista y la Juventud Peronista, ese acuerdo lo llevan a la FUBA que lo aprueba y lo imponen a Laguzzi como rector. Le ponen una bomba a Laguzzi y muere el bebé de cuatro meses. Durante diez días, Laguzzi estaba en el hospital y cuando sale renuncia. ¿Qué dice el doctor Balbín, el presidente de la fuerza más democrática de la Argentina, según ellos? Dice: “pero este doctor Laguzzi no resolvió los problemas de la insurgencia en la universidad”. El radicalismo tiene muchas dificultades si hablamos de la Triple A.

Y más dificultades tiene el Partido Justicialista como tal, porque el relato que construyó en un momento el peronismo, y el diputado Verón lo dice en la primera sesión cuando se reanudan las actividades parlamentarias: “Acá todos hablan, pero los muertos lo ponemos nosotros”. Que es lo que dice Menem cuando va a dar el Indulto: “yo estuve preso, los muertos los pusimos nosotros, los muertos son todos peronistas, y por lo tanto yo tengo derecho a dar el Indulto”. Pero lo mismo dicen ahora otros compañeros: la idea de que hubo una única cultura de la resistencia. Este relato binario, lineal, simplista, muy poco serio, que explica la historia argentina entre unitarios y federales, rosistas y antirrosistas, pueblo/antipueblo, peronismo/antiperonismo. La cosa no fue así.

Y este relato tiene una enorme dificultad si discutimos sobre la Triple A, porque efectivamente las primeras víctimas de la Triple A son casi todos peronistas. Ortega Peña, del bloque unipersonal, que nunca transó con la cultura del Pejota que acribillaba a balazos.

O JulioTroxler Prófugo, sobreviviente de la masacre de los basurales de José León Suárez, fíjense que paradoja más provocadora: Troxler se salva de la Libertadora y lo mata la Triple A.

La Triple A ilumina qué es el peronismo, no porque sean sinónimos sino en el sentido de que el peronismo nunca fue otra cosa que un movimiento político de carácter burgués que tuvo siempre una hegemonía vinculada al proyecto de una burguesía nacional, y como dice José Pablo Feinmann, uno de los intelectuales más destacados del kirchnerismo: “el peronismo fue estatista con Perón resistente en la Libertadora y fascista en el ‘74”.

Eso no cuestiona que haya compañeros luchadores del peronismo. ¿Cuestiona que esos compañeros hayan construido un proyecto revolucionario en los ’70 y que hayan construido fuerza política con una masa crítica con capacidad de movilización que atemoriza al poder? Para nada.

¿Cuestiona que la identidad principal de las víctimas de la Triple A y el terrorismo de Estado haya sido peronista? Para nada.

Lo que cuestiona es que el peronismo alguna vez fuera un movimiento de liberación nacional, al cual la izquierda no peronista debía apoyar. Cuestión que ha sido el centro del debate en el ’75 y que es el centro del debate hoy. No se trata de negar la existencia de lo obvio. Hay que superar esa cultura de división de la izquierda, del campo popular.

Pero la Triple A lo que cuestiona es la noción de que el peronismo era en sí el movimiento de liberación nacional y de que la izquierda no peronista debía apoyarla. Debate que se vuelve a instalar, a mi modo de ver sorprendentemente. Hay que superar esa discusión y pensar en términos de construir una nueva identidad. Lo que los compañeros tienen que entender es que no se pueden quedar en un proyecto que no pretende superar el capitalismo. Ese es el punto.

Y la Triple A ayuda a entender mucho eso. El hecho que haya de un lado peronistas asesinos y del otro peronistas asesinados, ayuda a entender que hay contradicciones al interior del peronismo. Y que la hegemonía en ese momento estuvo cuestionada. Y la respuesta fue, en buena medida, la Triple A.

Pero Perón, pese a todo, la hegemonía nunca la perdió

Y aquí vale contar una anécdota sobre una entrevista entre la dirección de la Juventud Peronista de las Regionales y el General. Los compañeros le dicen que han llegado a su casa con treinta mil compañeros y Perón una y diez veces les agradece que hayan llegado con tres mil compañeros hasta que alguno se cansa y le dice: General, son treinta mil los compañeros que vinieron hasta aquí a decirle que está lleno de gorilas el gobierno popular, y el General le contesta, treinta mil no, tres ml trajeron ustedes, los otros veintisiete mil son míos. Y era verdad, ni Perón ni la burguesía jamás perdieron la hegemonía en el peronismo.

En todo caso, cuando se van produciendo los cambios en el peronismo, tiene que ver con lo que la burguesía va necesitando en cada momento.

¿Y por qué hay hoy un conflicto hoy al interior del PJ? Porque hay un desajuste entre lo que hace la hegemonía formal y lo que quiere la burguesía que en realidad sostiene al PJ. “No más concesiones, se terminó el momento en que había que recuperar el poder, basta de joder con Chávez, basta de pelotudeces”.

Entonces, para discutir más a fondo lo del ’75, la pregunta es si vamos a construir una nueva identidad, que tendrá, como yo digo en esos actos de patria o muerte, que tendrá el rostro de todos los rostros de los compañeros y será como un arco iris porque tendrá todos los colores de todas las banderas de todos los compañeros, o volvemos a la idea equivocada de los compañeros de la JP del ’74 cuando nos decían: “apóyennos, para la interna…”.

Yo por lo menos, ya la viví. Estoy preparado para cometer nuevos errores, pero no los mismos. Lo que yo aprendí en la lucha contra la Triple A quiero transmitírselo a los jóvenes, primero que al fascismo hay que enfrentarlo, que no hay retroceso contra el fascismo, que no hay concesiones con la derecha, y que hay que tener iniciativa de ofensiva, no de defensiva.

Por eso, no sé quién dijo algo hoy, nosotros no queremos ningún plan de protección de testigos. Es una actitud de defensiva, yo no quiero que me proteja nadie. Yo quiero terminar con la impunidad en Argentina. Porque un plan de protección de testigos, implica que va a haber asesinos sueltos y que me tienen que cuidar a mí porque yo declaré. Qué me van a tener que cuidar… ¿Y cuánto tiempo me van a cuidar…?

¿Y cuánto tiempo la van a cuidar a la mamá del Negrito García que se presenta la semana que viene…? ¿Y hasta cuándo…?

Entonces, cuando llevamos el debate al terreno práctico, la discusión cambia; ya no es un problema técnico, a ver ¿cómo cuidamos a los testigos?. Hay que terminar con la impunidad; esa es una discusión de ofensiva. No sé si lo vamos a lograr, pero bueno… La política no es que uno plantea las cosas que va a lograr, simplemente…

Hay que decir que hay que terminar con la impunidad en la Argentina.

Y los primeros que deberían proponérselo son los que están en el gobierno, porque los que están sentados en los juicios, yo los he escuchado… Miren: el único tipo que testimonió que habló con el jefe de la Cuarta, fui yo por alguna razón que no puedo terminar de recordar, porque el 17 de octubre del ’77 estaba secuestrado en un centro clandestino, el jefe del centro clandestino se acerca a mí, no me acuerdo para qué carajo, y emprende un diálogo esotérico en el que el tipo me termina diciendo que estaba con las botas y hace un gesto en el suelo como que habían aplastado al peronismo.

Y esa escena me quedó grabada, la escribí ochocientas veces antes del juicio.

La cuento en el juicio y el tipo se vuelve loco, porque el tipo dice, en las palabras finales: “yo quiero decir de que Schulman no tiene derecho a reivindicar el 17 de octubre, si él es comunista y yo soy peronista”. ¿Y qué es lo que dice Facino? Una es ésa: que Schulman es comunista como si con eso ya me hubiera descalificado para hablar, fíjense que fuerte es el discurso del anticomunismo que el represor sigue creyendo que identificándome ya me descalifica y después dice: “Acá el culpable es el doctor Duhalde, que cambió el prólogo al Nunca Más”. Porque el prólogo de Sábato comienza diciendo “acá un hubo un terrorismo de izquierda y que para combatirlo los militares se excedieron y generaron un terrorismo más malo todavía que el de izquierda”. Y Duhalde, un intelectual al que respeto mucho,, escribió un nuevo prólogo en el 2006, y más allá de que dice cosas con las que no estoy de acuerdo, sacó la teoría de los dos demonios. Y Facino dice: ése es el problema. Yo lo llamé al secretario de derechos humanos del gobierno nacional para saludarlo, no es que uno sea oposición por gusto, sistemática y automáticamente; después están los límites, las dificultades y entonces uno crítica y exige, pero si un facho lo ataca, uno lo saluda.

La otra pregunta, siguiendo con esto de lo oculto y lo visible, sería ¿por qué tenían que atemorizar?.

Hay una fuerza que los está cuestionando, y eso es lo fundamental a recuperar en la memoria. Hay un ciclo de acumulación de fuerzas (’55-’75) en el cual se construye un proyecto político de transformaciones populares, proyectos sindicales, de política armada, etc. a los cuales el poder teme, se siente desafiado, interpelado.

Ese sentimiento de interpelación lo tenía el imperialismo norteamericano. Si hay una imagen que voy a tener el día que me vaya va a ser esa de cuando vi en televisión el helicóptero bajando en la embajada de Estados Unidos en Saigón para llevarse al último asesino colgado de una soga.

Entonces, cuando uno dice: el imperialismo tenía una sensación de que tenía un problema…está diciendo que había perdido la guerra de Vietnam. Y eso, en términos histórico-universales no había pasado jamás. El Imperio Romano jamás perdió una guerra. Y que el imperialismo norteamericano haya perdido una guerra, provocó una conmoción universal. Los últimos cuatro minutos de “Apocalipsis Now” sirven para pensar la historia argentina. No se puede derrotar a los vietnamitas cumpliendo las leyes. Hay que salir a matar a lo bestia. “Basta de manuales de la segunda guerra”: terrorismo de Estado en todo el mundo.

Yo quería poner atención en que el ciclo de luchas en la Argentina no se entiende sin la Revolución cubana. No se entiende sin la entrada de Fidel, Camilo y el Che a La Habana el primero de enero del 59. La Revolución cubana produce una oleada revolucionaria que es respondida por el imperialismo norteamericano que podríamos simbolizar en el Plan Cóndor, que aplasta esa oleada revolucionaria, pero no a Cuba. Cuba resiste cuando se aplasta a toda América Latina, y Cuba demuestra que se puede vivir de otra manera que la que dicen los yanquis, es la inspiradora de los cambios antineoliberales, cuando el neoliberalismo se agota…

Cuba es, siguiendo el proceso en conjunto, en términos químicos, la catalizadora de los movimientos que en América Latina se lanzan a la lucha. Cuando ese desafío se constituye, el imperialismo responde con dictaduras, el terrorismo de Estado, el genocidio… 400.000 asesinatos que hubo en ese momento en América Latina, de los cuales 30.000 son argentinos.

El imperialismo construye el neoliberalismo, una sociedad más injusta, más cruel, dilapidadora de los recursos naturales… Pero Cuba resiste.

Y cuando el proceso neoliberal se agota, y como dijo Fidel, el ejemplo más notorio es Argentina porque era el alumno más brillante del neoliberalismo y que se hace pedazos, cuando estalla la convertibilidad en el 2001, Cuba vuelve a inspirar, ya no desde la lucha armada sino desde la práctica de una salida de la crisis que no destruya las conquistas sociales, a Venezuela, a Ecuador, a Bolivia, a los pueblos uruguayo y brasileros y latinoamericanos, y se pone en marcha un proceso de transformación (por eso hoy hay que pensar hoy no en clave de Triple A, sino en términos de Uno América, una ONG que son una banda de fascistas que son los que bancaron el golpe en Honduras y hay una articulación intelectual con la Fundación Libertad, que funciona en Rosario, que está adherida a la Internacional Liberal, de la cual el PP de España es el más importante, que están inspirando esta especie de oleada derechista que reclama liquidar los pasos dados)…

Pero sigamos con las preguntas sobre la Triple A, ya sabemos a quien reprimen y por qué, bueno, ¿pero quién actúa? La Policía Federal y los grupos de derecha.

La Policía Federal como expresión de un Estado represor que se organizó desde la Campaña del Desierto, y que en 1930, la Policía de Buenos Aires pasa a ser Policía Federal y que organiza una sección de lucha contra el comunismo, que no luchó sólo contra el comunismo.

Marx y Engels, en el Manifiesto Comunista, dicen que son comunistas todos los que luchan contra el capitalismo, no sólo los que tienen un carnet, lo lamento por los que piensen así. Y el capitalismo en la Argentina siempre pensó como Marx y Engels, no es que pregunta: a ver qué carnet tenés vos… Todos los que luchan contra el capitalismo son comunistas.

Les voy a leer el documento secreto del Partido Justicialista de 1974 que da fundamento doctrinario a la Triple A. El documento fue publicado por el diario La Opinión en 1973, luego de la muerte de Rucci. “Este estado de guerra que se nos impone no puede ser eludido y nos obliga no solamente a asumir nuestra defensa, sino también a atacar al enemigo (los grupos marxistas y terroristas y subversivos) en todos los frentes…”.

Fíjense que no dijo: a los compañeros de la Juventud Peronista… “Los grupos que en cada lugar actúan invocan­do adhesión al pero­nismo y al Gral. Perón, deberán definirse públicamente en esta situación de guerra contra los grupos marxistas y deberán partici­par activa­mente en las acciones que se planifiquen para llevar adelante esta lucha”. Y entre otras medidas ilegales, el documento define la creación de un sistema de inteligencia “al servicio de esta lucha que estará vinculado a organismos a crearse…”, que no puede ser otro que la Triple A.

No es que tenga animadversión contra nadie, estoy leyendo el documento oficial, publicado por el diario La Opinión. Por eso primero intenté demostrar con cifras que la masacre no se produce durante el gobierno de Perón, sino después, porque Perón va a intentar gobernar con cierto margen de contacto con el movimiento popular, y por lo tanto que el accionar de la Triple A sean medidos. Por eso ustedes vieron que las cifras que di, sólo el 2% de las acciones se dan antes de la muerte de Perón.

Después todo un costado muy interesante que es para pensar la derecha.

Voy a empezar al revés. Ahora estamos en el Bicentenario. La Argentina nunca tuvo un proyecto nacional. Los patriotas de Mayo no alcanzaron a construir un proyecto nacional. Nadie dice, no conozco a ningún autor que lo diga, que en 1810 empezó el nacionalismo en la Argentina. Hubo un proceso, por supuesto, de liberación del colonialismo español, pero que rápidamente es sofocado.

Y el nacionalismo en Argentina, como corriente política, literaria y cultural, va a nacer reaccionaria. “Lo que me revienta”, dice Cané, “es el populacho canalla vociferando en la calle”. Y propone, lo que él dice la “deliciosa” ley de expulsión.

Acá no estamos en la India, en China. Después ya fue al revés: hubo un nacionalismo que nació de derecha y que de su interior surgieron corrientes que viraron a la izquierda.

Pero otra vez el mismo sentido, la misma relación entre lo principal y lo secundario, lo principal nunca fue la memoria y el olvido lo secundario. En Argentina lo principal del nacionalismo no fue el carácter antiimperialista, sino que fue la excepción.

Nosotros hemos celebrado y celebramos, y yo los exhorto que lean a grandes nacionalistas como Hernández Arregui, Puiggrós o Cooke, como tantos otros. Pero el nacionalismo argentino nace como reacción a la inmigración…

Ayer fuimos al Museo del Puerto y allí hay información sobre la inmigración a Bahía Blanca… Los tipos querían blancos, ricos, no pobres, torpes, idiotas, discapacitados. Y de repente se encuentran, voy a volver a citar a Cané, “con la marea”.

Cae una bandada de brutos, gallegos, italianos, judíos, rusos, polacos, cagados de hambre, que para colmo venían de la revolución democrático-burguesa de 1848 o de la insurrección obrera de 1871 en París, y que para colmo eran anarquistas, socialistas, marxistas.

El nacionalismo no nació defendiendo la causa de Mayo; ojala hubiera sido así. No me quieran vender otra cosa. El nacionalismo nació de la oligarquía que después, estando en el poder, construye el nacionalismo. Y otra cosa que aprendí el otro día fue que en 1930 visita la Argentina, Marinetti, fundador del futurismo italiano, que es una corriente de renovación de la vanguardia cultural, que tiene como valores principales… Las vanguardias culturales en el siglo XX surgen vinculadas a las vanguardias políticas. Y esto es tan así, para no hacer un análisis simplista, que cuando el futurismo llega a Rusia, va a ser encabezado por Maiacovsky (que junto con Eiseinstein, también futurista, va a ser uno de los principales intelectuales de la Revolución rusa).

Pero en Italia, el futurismo va a estar al lado del fascismo. El futurismo italiano va a tener como valores: el trabajo, el odio a la mediocridad burguesa y la exaltación del valor. Marinetti viene dos veces a la Argentina, primero como pintor y después como representante de Mussolini. Hay que pensar que Mussolini era italiano y la primera colectividad en Argentina era italiana. Y la segunda era española, Franco era español, y no todos eran republicanos como nosotros queremos hacernos el bocho a veces, la mayoría eran fascistas y franquistas.

Nada es casualidad. El pensamiento fascista se construyó.

Hay un cuento de Eduardo Rosenzvaig, que encuentra las cartas del cónsul argentino en Alemania que niega el permiso de regreso a judíos comunistas argentinos que quieren salvarse del nazismo. Y el ministro de relaciones exteriores es nada menos que Lamas, que fue Premio Nobel de la Paz, por su papel en resolver el conflicto entre Bolivia y Paraguay en la Guerra del Chaco. Lo que quiero decir es que la cultura del nacionalismo de derecha tiene arraigo en la Argentina.

Y por eso que en 1918 en la huelga de los trabajadores metalúrgicos de la fábrica Vasena, el ejército se ve rebasado y el nacionalismo de derecha funda la Liga Patriótica. ¿Y qué es la Liga Patriótica? Es como la Triple A pero en 1918.

Son cajetillas con armas que van a matar obreros y judíos. Y no los matan porque eran judíos, sino por “judeo-comunistas”. Y la funda Manuel Carlés, que era un intelectual de la oligarquía y afiliado a la Unión Cívica (que luego sería el radicalismo actual). Ustedes saben que “tirar manteca al techo” viene efectivamente de que tiraban manteca al techo en los cabarets de París. Y “llevar la vaca atada” era de cuando llevaban la vaca atada a Europa. No son expresiones simbólicas, son reales de una oligarquía que se apodera de la renta agraria diferencial, de la Pampa húmeda.

La lucha por justicia para Watu es una lucha ética, y por sólo eso sería correcto emprenderla. Es una lucha por la resignificación de la historia, y eso tiene un valor estratégico. Pero sobre todo, la lucha por justicia para Watu es una lucha para deslegitimar a La Nueva Provincia, es una lucha para deslegitimar al poder real en Bahía. Y es por eso que no quieren el juicio. Si algo expresa al nacionalismo de derecha en la Argentina, es La Nueva Provincia.

Yo quería terminar con esto: ¿por qué tiene sentido estaba batalla y nosotros llevamos a cabo este acto?

Foucault tenía razón: el derecho genera verdad. Y nosotros hemos aprendido, humildemente, a utilizar nuestra verdad, sostenida por treinta años, relegitimada por el derecho, para hacer más potente nuestro discurso.

Y nosotros dijimos treinta años: al Negrito Avellaneda lo secuestraron en su casa, lo llevaron a Villa Martelli y lo mataron en Campo de Mayo. Pero después viene el Juicio contra Riveros y entonces vamos a un acto impresionante, en el que los niños de una escuela, la llevan a Iris Avellaneda para que les hable del Negrito, y después del acto los niños la rodean y le piden que le firmen el libro.

Iris luchó treinta años en un silencio parecido a la soledad.

Y me han contado que estos días, niños con problemas educativos, se llevan el libro, se lo leen en una noche y las madres no entienden nada. Niños que tienen dificultades para leer. Pero no en cualquier lugar: Vicente López. La Zona Norte del Gran Buenos Aires es la mayor concentración fabril de la Argentina en los ’70 y en los 2000.

Y ahí está calando el mito del niño mártir, del joven comunista asesinado por la dictadura, pero no como fuerza política, lo está instalando la CTA, el SUTEBA, la Comisión Provincial de la Memoria, la Comisión de Campo de Mayo.

Y esto no lo podríamos haber hecho sin el juicio, porque la verdad legitimada por el derecho es otra cosa. La memoria si no hay justicia, no hay memoria.

La memoria si no es acompañada de justicia, es conmemoración, es nostalgia.

La memoria necesita de algún grado de castigo a los culpables, algo necesitamos conquistar.

Vuelvo al comienzo: hay un compañero de la Juventud Comunista, que está sentado aquí, que hace muchos años me preguntó para qué mierda perdía tiempos en los juicios, cuando comenzaba lo de Brusa.

Y siempre lo tuve presente: ¿para qué mierda estoy sentado en un tribunal?

¿Está bien que esté en el juicio?

Y es que aprendimos que esta lucha no es sólo que la hacemos porque es ética, porque está bien hacerlo, por las Madres, por la hermana de Watu, por el Watu.

Es una forma de construcción de poder popular, y honestamente nos viene saliendo mejor que otras.

Uno puede recuperar capacidad de legitimar el discurso, de golpear al poder. Por estas razones y mucha más vale la pena luchar por Watu, por el Negrito García, por todos los compañeros.

Termino con esto: yo escribí un cuento que dice: “sólo los globos rojos llegan al cielo del Negrito”. Y una compañera dijo: pero yo veo globos de todos los colores. Porque cuando el acto del Negrito, los chicos con las maestras tiraron globos al cielo. Y yo digo: no, yo vi sólo globos rojos. Y el tema es que en cielo de los desaparecidos tienen que estar todos los colores. Y tiene que estar el globo rojo de la Fede. Y tiene que estar el globo rojo de la Juventud Guevarista. Y tiene que estar el globo azul y blanco de la Juventud Peronista – Montoneros. Y tiene que estar el globo amarillo de los compañeros de la militancia cristiana.

Y eso es lo que tenemos que hacer: con todos los colores, construir una nueva identidad en la Argentina.

Algo que supere las viejas disputas, que las supere en términos hegelianos, no que las niegue en términos bastardos, que las recupere, que las resignifique, que las potencie, que las reviva, que hagan que tengan sentido.

No puede ser que alguien haya sostenido una identidad cien años para sostenerla nomás. No, tiene que ser para que crezca algo. Como dijo Fidel al disolver el 26 de Julio: disolvemos el 26 de Julio para que nazca algo más grande que nosotros mismos.

Que es lo que nosotros queremos, y creo que los juicios pueden servir para eso, que es para reivindicar esta historia plural, y que sirva para crear algo más grande, más plural que nosotros mismos.

Algo que realmente pueda representar a todos los desaparecidos, al Watu, al Negrito, y a todos los compañeros, incluyendo a los de Bahía Blanca por supuesto.

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