Ninguno de los intentos de manipulación mediática que están en curso desde las seis y media de la tarde del 23 de septiembre han logrado despejar una verdad incontrastable: La Lista Nº 1 ganó las elecciones nacionales de la CTA por una diferencia que ronda los 25.000 votos. Allí están los números para corroborarlo. Y las cifras no mienten. La Agrupación Germán Abdala ha triunfado en 18 de los 24 distritos electorales. A saber: Capital Federal; Córdoba; Mendoza; Jujuy; Entre Ríos; Salta; San Juan; Tucumán; Neuquén; Misiones; Santiago del Estero; Corrientes; Chubut; La Pampa; Santa Cruz, Catamarca; San Luis y Tierra del Fuego.
Esa es la realidad, el resto son palabras que se las lleva el viento. Así de simple. Así de contundente. Pese a todos los operativos y especulaciones la verdad es que la Central de Trabajadores de la Argentina tiene una nueva conducción nacional que encabeza el compañero Pablo Micheli secundado por Ricardo Peidro y José Rigane. (Por Juan Carlos Giuliani, Secretario de Comunicación y Difusión de la CTA).
Resulta oportuno recordar en estas circunstancias que la CTA es un proyecto de ruptura con el orden político existente y con el modelo sindical que le da sustento. Desde su nacimiento planteó la necesidad de transformar profundamente el sistema político y económico en cuyas estructuras están las causas de la escandalosa desigualdad social.
A casi 20 años del “Grito de Burzaco” era preciso responder los retos de este nuevo tiempo debatiendo de cara a los compañeros la Central que queremos y necesitamos para la próxima década. Así lo hicimos y ahí está el resultado. Una tarea que llevamos adelante entre todos, masificando la política en el territorio, abriendo paso a los jóvenes que piden pista porque saben en carne propia que su futuro es hoy. Propiciando la creación de organizaciones sindicales de nuevo tipo que interpelen el formato tradicional, alentando la consolidación de los movimientos sociales, compartiendo el camino por venir con los pueblos orginarios y reconociendo en el ejemplo de nuestros viejos su testimonio de dignidad, convencidos, como lo estaba el inolvidable Héctor Oesterheld, que “el héroe verdadero es el héroe colectivo”.
Protagonizar el conflicto social, ganar la calle, pelear por la libertad y la democracia sindical, pronunciar las distintas tonadas del país federal, fomentar la unidad popular, vincular la lucha reivindicativa con un nuevo proyecto de Nación. Esa es nuestra razón de ser. La marca en el orillo que hace inconfundible la identidad CTA.
Luego que estallara la crisis de representación política en diciembre de 2001 decidimos no delegar más, porque nadie va a hacer por nosotros lo que no seamos capaces de hacer por nosotros mismos. Reafirmamos la autonomía de la Central desde la soberanía política de la clase trabajadora y apostamos a la construcción del Movimiento Político, Social y Cultural de Liberación como la herramienta política de los trabajadores, y como instrumento de transformación y cambio del sistema.
A más de un cuarto de siglo de recuperación institucional está comprobado que la democracia representativa resulta insuficiente para satisfacer las demandas de las mayorías. El precepto constitucional de que “el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes” está profundamente cuestionado. Por ello, avanzar hacia una democracia participativa, plebiscitaria, de fuerte protagonismo popular, se torna en un imperativo de la hora. En esta transición de una etapa de defensiva estratégica a otra de ofensiva popular la disyuntiva es de hierro: O nos hacemos cargo de construir una nueva experiencia política de poder popular desde la centralidad y autonomía de la clase trabajadora, o seguimos delegando esa responsabilidad en otros, en terceros, en los “representantes”. El 23 de septiembre la mayoría de los afiliados a la CTA votaron esta perspectiva reafirmando una línea de construcción que deviene de nuestros principios fundacionales.
Hagamos memoria. En el Séptimo Congreso Nacional de Delegados de la CTA que sesionó en marzo de 2006 en Mar del Plata resolvimos “constituirnos en una Constituyente Social realizando asambleas en todo el país con el fin de articular con todas las organizaciones del campo popular las acciones y las organizaciones necesarias para desarrollar los objetivos políticos”.
Después de recorrer el país durante más de un año y medio, en octubre de 2008 más de quince mil compañeros se congregaron en el Primer Encuentro Nacional hacia una Constituyente Social realizado en Jujuy donde decidimos las prioridades, las acciones y la estrategia institucional. Y con esa vitalidad llenamos la Plaza de Mayo en diciembre de ese año para abrazarnos con los Chicos del Pueblo y denunciar que el hambre es un crimen.
En noviembre del año pasado más de cinco mil compañeras y compañeros protagonizaron el Segundo Encuentro Nacional hacia una Constituyente Social en Neuquén y debatieron a fondo el contenido de las campañas públicas que conforman la columna vertebral del pensamiento emancipatorio: Distribución de la Riqueza, Democracia Participativa, Soberanía sobre nuestros Recursos Naturales e Integración Lartinoamericana. El 11 de septiembre de este año se realizó en Quilmes la primera Asamblea Distrital poniendo proa a un proceso que se verificará a lo largo y ancho del país para desembocar en una Asamblea Nacional de la Constituyente Social.
Defendemos la autonomía de la Central con respecto a los patrones, los gobiernos y los partidos políticos. Autonomía que no significa neutralidad. La neutralidad no existe. La CTA no es neutral frente al hambre y la miseria; la concentración y extranjerización de la economía; el desempleo y la precarización laboral; la persecución sindical y los magros salarios; la explotación y el grito de los excluidos; el saqueo del patrimonio nacional o el pago de la ilegítima e ilegal deuda externa a costa del sudor de nuestro pueblo.
La interna en el seno de la clase trabajadora se dirime entre dos modelos en pugna. Entre lo nuevo y lo viejo: La CTA y la CGT. Al interior de nuestra Central hemos sabido ubicar un punto de encuentro que expresa el pensamiento nacido del debate y la acción cotidiana. Pensamiento que no es uniforme y que desde su rica y contradictoria diversidad va construyendo la síntesis colectiva que nos permite compartir un ideario común forjado a partir de reconocernos en nuestras diferencias.
Cuando el debate entre los dirigentes no alcanzó para zanjar esas diferencias, decidimos ponerlas a consideración de los afiliados a la CTA para dirimirlas en las urnas, consultando la opinión de los trabajadores. Como corresponde en una Central democrática y participativa.
Así las cosas, los trabajadores se expresaron con toda claridad el jueves 23 de septiembre y optaron por la propuesta de la Lista Nº 1. Ya es hora de abandonar posturas petulantes que sólo abonan a la confusión y el desconcierto con mentiras amañadas. Ya es hora de reconocer con hidalguía el mandato de los trabajadores manifestado en los históricos comicios de la CTA. Ya es hora de pueblo.
Esa es la realidad, el resto son palabras que se las lleva el viento. Así de simple. Así de contundente. Pese a todos los operativos y especulaciones la verdad es que la Central de Trabajadores de la Argentina tiene una nueva conducción nacional que encabeza el compañero Pablo Micheli secundado por Ricardo Peidro y José Rigane. (Por Juan Carlos Giuliani, Secretario de Comunicación y Difusión de la CTA).
Resulta oportuno recordar en estas circunstancias que la CTA es un proyecto de ruptura con el orden político existente y con el modelo sindical que le da sustento. Desde su nacimiento planteó la necesidad de transformar profundamente el sistema político y económico en cuyas estructuras están las causas de la escandalosa desigualdad social.
A casi 20 años del “Grito de Burzaco” era preciso responder los retos de este nuevo tiempo debatiendo de cara a los compañeros la Central que queremos y necesitamos para la próxima década. Así lo hicimos y ahí está el resultado. Una tarea que llevamos adelante entre todos, masificando la política en el territorio, abriendo paso a los jóvenes que piden pista porque saben en carne propia que su futuro es hoy. Propiciando la creación de organizaciones sindicales de nuevo tipo que interpelen el formato tradicional, alentando la consolidación de los movimientos sociales, compartiendo el camino por venir con los pueblos orginarios y reconociendo en el ejemplo de nuestros viejos su testimonio de dignidad, convencidos, como lo estaba el inolvidable Héctor Oesterheld, que “el héroe verdadero es el héroe colectivo”.
Protagonizar el conflicto social, ganar la calle, pelear por la libertad y la democracia sindical, pronunciar las distintas tonadas del país federal, fomentar la unidad popular, vincular la lucha reivindicativa con un nuevo proyecto de Nación. Esa es nuestra razón de ser. La marca en el orillo que hace inconfundible la identidad CTA.
Luego que estallara la crisis de representación política en diciembre de 2001 decidimos no delegar más, porque nadie va a hacer por nosotros lo que no seamos capaces de hacer por nosotros mismos. Reafirmamos la autonomía de la Central desde la soberanía política de la clase trabajadora y apostamos a la construcción del Movimiento Político, Social y Cultural de Liberación como la herramienta política de los trabajadores, y como instrumento de transformación y cambio del sistema.
A más de un cuarto de siglo de recuperación institucional está comprobado que la democracia representativa resulta insuficiente para satisfacer las demandas de las mayorías. El precepto constitucional de que “el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes” está profundamente cuestionado. Por ello, avanzar hacia una democracia participativa, plebiscitaria, de fuerte protagonismo popular, se torna en un imperativo de la hora. En esta transición de una etapa de defensiva estratégica a otra de ofensiva popular la disyuntiva es de hierro: O nos hacemos cargo de construir una nueva experiencia política de poder popular desde la centralidad y autonomía de la clase trabajadora, o seguimos delegando esa responsabilidad en otros, en terceros, en los “representantes”. El 23 de septiembre la mayoría de los afiliados a la CTA votaron esta perspectiva reafirmando una línea de construcción que deviene de nuestros principios fundacionales.
Hagamos memoria. En el Séptimo Congreso Nacional de Delegados de la CTA que sesionó en marzo de 2006 en Mar del Plata resolvimos “constituirnos en una Constituyente Social realizando asambleas en todo el país con el fin de articular con todas las organizaciones del campo popular las acciones y las organizaciones necesarias para desarrollar los objetivos políticos”.
Después de recorrer el país durante más de un año y medio, en octubre de 2008 más de quince mil compañeros se congregaron en el Primer Encuentro Nacional hacia una Constituyente Social realizado en Jujuy donde decidimos las prioridades, las acciones y la estrategia institucional. Y con esa vitalidad llenamos la Plaza de Mayo en diciembre de ese año para abrazarnos con los Chicos del Pueblo y denunciar que el hambre es un crimen.
En noviembre del año pasado más de cinco mil compañeras y compañeros protagonizaron el Segundo Encuentro Nacional hacia una Constituyente Social en Neuquén y debatieron a fondo el contenido de las campañas públicas que conforman la columna vertebral del pensamiento emancipatorio: Distribución de la Riqueza, Democracia Participativa, Soberanía sobre nuestros Recursos Naturales e Integración Lartinoamericana. El 11 de septiembre de este año se realizó en Quilmes la primera Asamblea Distrital poniendo proa a un proceso que se verificará a lo largo y ancho del país para desembocar en una Asamblea Nacional de la Constituyente Social.
Defendemos la autonomía de la Central con respecto a los patrones, los gobiernos y los partidos políticos. Autonomía que no significa neutralidad. La neutralidad no existe. La CTA no es neutral frente al hambre y la miseria; la concentración y extranjerización de la economía; el desempleo y la precarización laboral; la persecución sindical y los magros salarios; la explotación y el grito de los excluidos; el saqueo del patrimonio nacional o el pago de la ilegítima e ilegal deuda externa a costa del sudor de nuestro pueblo.
La interna en el seno de la clase trabajadora se dirime entre dos modelos en pugna. Entre lo nuevo y lo viejo: La CTA y la CGT. Al interior de nuestra Central hemos sabido ubicar un punto de encuentro que expresa el pensamiento nacido del debate y la acción cotidiana. Pensamiento que no es uniforme y que desde su rica y contradictoria diversidad va construyendo la síntesis colectiva que nos permite compartir un ideario común forjado a partir de reconocernos en nuestras diferencias.
Cuando el debate entre los dirigentes no alcanzó para zanjar esas diferencias, decidimos ponerlas a consideración de los afiliados a la CTA para dirimirlas en las urnas, consultando la opinión de los trabajadores. Como corresponde en una Central democrática y participativa.
Así las cosas, los trabajadores se expresaron con toda claridad el jueves 23 de septiembre y optaron por la propuesta de la Lista Nº 1. Ya es hora de abandonar posturas petulantes que sólo abonan a la confusión y el desconcierto con mentiras amañadas. Ya es hora de reconocer con hidalguía el mandato de los trabajadores manifestado en los históricos comicios de la CTA. Ya es hora de pueblo.
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